Autora: Dra. María del Mar Gómez Ruiz
OBJETIVOS
Se realiza un análisis sectorial entre los trabajadores infectados por SARS-CoV-2 descritos como casos confirmados adscritos a un hospital de tercer nivel con el fin de alcanzar los siguientes objetivos:
- Estimar la duración media de incapacidad temporal (IT).
- Analizar su distribución según sexo, estatus clínico, categoría agrupada y turno laboral.
- Describir la evolución de la duración media de IT entre el personal sanitario a lo largo del periodo de estudio.
INTRODUCCIÓN
El 31 de enero de 2020 se diagnosticó el primer caso de COVID-19 en España. En marzo de 2020 fue declarada la pandemia mundial causada por el virus SARS-CoV-2. Según los datos publicados por parte del Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, se han notificado más de 438.968.263 casos confirmados en todo el mundo y más de 11.100.428 casos confirmados en el territorio nacional desde el inicio del estado de alarma por SARS-CoV-21.
La consecuente situación de emergencia sanitaria ha planteado un escenario de sobrecarga asistencial, estando los profesionales sanitarios sometidos de forma constante a unas exigencias laborales inéditas. Desde el inicio de la alerta por SARS-CoV-2 en España hasta el 10 de mayo de 2020 se notificaron a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) 40.961 casos de COVID-19 en personal sanitario, representando un 24,1% del total de casos de COVID-19 declarados. De estos, un 10,5% han sido hospitalizados, 16,2% han desarrollado neumonía, un 1,1% han sido admitidos en UCI y un 0,1% han fallecido. El 66% de los profesionales sanitarios presentaban como antecedente epidemiológico de riesgo el contacto con personas con infección respiratoria, y el 71% el contacto estrecho con casos de COVID- 19 probable o confirmado2.
Desde el 11 de mayo de 2020 hasta el 30 de agosto de 2021 se han notificado más de 145.463 casos confirmados en este mismo sector. En el seno de esta situación, los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales (SPRL) han asumido un papel crucial desempeñando múltiples labores de gran importancia: colaboración en la gestión de IT apoyando a los médicos del Servicio Público de Salud (SPS), así como a las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social, gestión de la vulnerabilidad y el riesgo en el ámbito sanitario, contribución y puesta en marcha de la estrategia de diagnóstico, vigilancia y control en la fase de transición de la pandemia de COVID-19, entre otros3-11.
Hasta marzo de 2021 se tramitaron en España 3,53 millones de IT relativas al COVID-19, de las cuales 1,23 millones de IT correspondieron a casos confirmados (33,24% del total de bajas por COVID19) y 2,53 millones por contacto y posterior aislamiento. El sector sanitario fue el más afectado, durante 2020 se cursaron 119.794 IT por infección y 211.952 por contacto y posterior aislamiento, poniendo de manifiesto la importancia del riesgo ocupacional frente a la exposición comunitaria. En cuanto a la duración de las IT por infección: el 67,2% tuvieron una duración inferior a 21 días, el 20% perduró más allá de los 21 días, el 10% persistieron más de 84 días, el 2% se prolongó hasta los 168 días y 0,80% continuaron a los 365 días. Alrededor de 100.000 trabajadores precisaron de IT con una duración superior a 84 días, siendo consideradas bajas prolongadas ocasionadas por complicaciones de mayor o menor severidad, así como por la presencia de otras nuevas patologías durante el periodo de IT. El Síndrome Post COVID contribuye de manera irrefutable en la duración de la IT por infección COVID-1912.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realiza un estudio epidemiológico descriptivo, transversal y retrospectivo, desde el 11 de marzo de 2020 al 31 de agosto de 2021. En el caso del presente estudio, se define como caso confirmado aquel con un resultado positivo mediante RT-PCR para SARS-CoV-2. Del mismo modo, se tendrá en cuenta la carga viral mediante el valor umbral de ciclos (Ct) y las manifestaciones clínicas acompañantes13,14.
A partir de la muestra, se incluye una población de 2178 trabajadores infectados por SARS-CoV-2 con una edad comprendida entre 20 y 69 años, adscritos a un hospital de tercer nivel, desde el 11 marzo 2020 al 31 agosto 2021.
Se revisaron las distintas bases de datos disponibles en el SPRL responsable de dicho centro, en las que se recogieron variables sociodemográficas e información relativa a episodios de IT por SARS-CoV-2. Estas bases fueron elaboradas para contribuir en la gestión de incapacidad temporal con el SPS y con las Mutuas colaboradoras con la Seguridad Social, así como para registrar y realizar la vigilancia y control de la pandemia según los protocolos ministeriales.
Se determinaron una serie de indicadores para la evaluación estadística a través de las variables: edad, sexo, categoría profesional, turnos laborales, estadio clínico, duración en días del proceso de IT (incluyendo fecha de inicio y fecha de fin de IT). Se incluyeron a aquellos trabajadores infectados por SARS-CoV-2 pertenecientes al área gestionada por el SPRL que habían precisado IT durante el periodo de estudio. Del mismo modo, se excluyeron a aquellos trabajadores infectados con un tiempo de IT superior al intervalo de estudio, con el fin de evitar incidencias que pudieran condicionar los resultados obtenidos. Las causas de un tiempo de IT superior al analizado son de diversa índole: infección próxima a la fecha de fin de estudio, síndrome Post COVID prolongado, comunicación deficiente por parte de los trabajadores a partir de resultados obtenidos frente a la infección por SARS-CoV-2 en otros centros, traslado a otra región, ingreso prolongado, fallecimiento, cese de contrato laboral, etc.
Finalmente, se realizó un análisis estadístico de los datos obtenidos mediante los programas informáticos Microsoft Excel y Software IBM® SPSS (versión nº25). Se compararon los diferentes grupos en relación con las distintas variables estudiadas, así como el uso del método Kaplan Meier, como estimador no paramétrico del análisis de la evolución de IT durante los 533 días de estudio. También se efectuó el contraste de hipótesis Log Rank respecto a la duración de la IT por grupos: sexo, estatus clínico, categoría y turno laboral.
RESULTADOS
De los 2178 trabajadores analizados, el 75.8% fueron mujeres (1651) y un 24,2% hombres (527), con una edad media de 40,9 años +/- 11,4 años. El 18,7% (507) de la muestra presentó síntomas relativos a la infección por SARS-CoV-2.
La distribución agrupada por categorías laborales fue: 75,9% personal sanitario (1654), 15,5% no sanitario (337), 7,9% en formación (171), 0,7% servicios investigación y otros contratados (16).
El 88,5% pertenecía al turno fijo (1928), y el 11,5% al turno rotatorio (250). El 77,1% (1680) de los profesionales disponían de turno diurno y el 18,7% (407) estaba distribuido en turnos que incluían nocturnidad.
El 13,6% de los trabajadores analizados tuvo más de un proceso de IT por infección. El 76,5% de la muestra se concentró entre las dos primeras oleadas de la pandemia por SARS-CoV-2.
Tabla 1. Distribución de incapacidad temporal por oleadas
1ª Oleada marzo – mayo 2020 |
2ª Oleada agosto – noviembre 2020 |
3ª Oleada diciembre – febrero 2020 – 2021 |
4ª Oleada marzo – mayo 2021 |
5ª Oleada julio – agosto 2021 |
1094 |
538 |
335 |
33 |
133 |
51,30% |
25,20% |
15,70% |
1,50% |
6,20% |
La duración media de IT fue de 47,94 días IC 95% (43,4:52,5), con una mediana de 21 días IC 95% (20,2:21,8).
Gráfica 1. Duración media de IT por COVID-19 durante la pandemia.
Se objetiva una tendencia decreciente significativa (p,000) en la duración media a lo largo del estudio. En la primera ola la duración media de IT fue de 29,13 días (14,25:19,8 IC 95%), respecto a la cuarta ola de 12,11 días (15,8:18,3 IC 95%), aplicando Prueba t para igualdad de medias, se objetivan diferencias significativas con una p,000. No obstante, se objetiva un incremento de la duración en la segunda ola 29,46 días, siendo esta ola más duradera.
Gráfica 2. Duración media de IT por COVID-19 por oleada
En cuanto a la presencia/ ausencia de síntomas compatibles con la infección, no se objetivan diferencias en la duración media IT en trabajadores sintomáticos al compararlo por sexo, mujeres 36,1 (IC 95% 28,3:43,9), hombres 33,4 (23,3:43,6 IC95%), con una p,161 y 1 gl.
Gráfica 3. Duración media de IT por COVID-19 y estatus clínico.
Gráfica 4. Duración media de IT por COVID-19 y sexo.
Respecto a los turnos laborales, el 22,9% de las IT correspondían al turno de noche. Se advierten diferencias en la duración media de IT al considerar factores como nocturnidad, sexo mujer y presencia de síntomas [X2 8.03, 1gl, p,005]. Tras contrastar la duración media de IT por turnos si se encuentran diferencias entre el trabajo a turnos y el turno fijo OR 5,1 (IC 95% 2,83:9,22); aplicando la Prueba Levene de igualdad de varianzas, el turno de día posee una duración media 39,6 días y noche 50,7 días (F 22,25 con un p,000). Se confirma que existe un mayor impacto [X2 5,1 1gl p,024] en el trabajo a turnos frente a los turnos fijos, así como aquellos que impliquen nocturnidad con respecto a los turnos diurnos.
Gráfica 5. Duración media de IT por COVID-19 y turnos laborales.
Además de evaluar el sexo y turno, también se incluyen otros factores como elementos determinantes en la duración de la IT como son el tipo de trabajo que implicará un determinado riesgo ocupacional de exposición al virus. Tras el análisis agregado por categorías se advierten diferencias muy significativas entre el personal sanitario con una duración media de 51,2 días, el no sanitario 41,2 días, trabajadores en formación 25,9 días y Servicios Contratados entre los que se incluye investigación, etc. de 17 días (X2 87,97, 3 gl, p,000).
DISCUSIÓN
Según la Ley 31/1995 de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales. BOE nº 269 10/11/1995, se define “riesgo laboral” como la posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado del trabajo. Este riesgo depende de múltiples factores, siendo diferente con relación al desempeño habitual de las actividades propias de cada categoría profesional, supeditadas a las condiciones de seguridad, ambientales, ergonómicas y psicosociales. Se entiende por “prevención” el conjunto de actividades/ medidas adoptadas o previstas en todas las fases de actividad de la empresa con el fin de evitar o disminuir los riesgos derivados del trabajo15.
Por todo lo anterior, desde el estado de alarma nacional por SARS-CoV-2 los SPRL han desempeñado un papel fundamental a lo largo de la actual pandemia en relación a la gestión de la vulnerabilidad y el riesgo en el ámbito sanitario, la contribución y puesta en marcha de la estrategia de diagnóstico, vigilancia y control de la pandemia de COVID-19, la colaboración en la gestión de IT apoyando a los médicos del Servicio Público de Salud (SPS), así como a las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social5-11.
Se han planteado múltiples incógnitas respecto a la valoración de dicha infección en aquellos profesionales relacionados con los cuidados directos de los enfermos contagiados. Desde el inicio de la pandemia hasta el momento actual, la legislación concerniente ha ido evolucionando, sin ser hasta este momento suficiente en la práctica habitual. Según el artículo 157 del texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social (LGSS) se considera enfermedad profesional aquella contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena en las actividades que se especifiquen en el cuadro aprobado por las disposiciones de aplicación y desarrollo de esta Ley, y que esté provocada por la acción de los elementos o sustancias que en dicho cuadro se indiquen para cada enfermedad profesional. A partir del Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre, se aprueba el cuadro de enfermedades profesionales en el sistema de la Seguridad Social y se establecen criterios para su notificación y registro. Por otro lado, el artículo 156 del texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social (LGSS) define el accidente de trabajo como toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena. Este tema ha sido objeto de controversia entre ciertos autores, planteándose la necesidad de reconocer el derecho de cambio a contingencia profesional y sus repercusiones como consecuencia de falta de medidas preventivas, entre los profesionales sanitarios infectados por SARS-CoV-2 durante la pandemia, analizando específicamente el SARS-CoV-2 como agente biológico del grupo 3. La inclusión de esta enfermedad como contingencia laboral se ha ido transformando a lo largo de la pandemia y por tanto sufriendo numerosos cambios a lo largo de este tiempo. Según lo establecido a partir del artículo 5 de Real Decreto Ley 6/2020, del 10 de marzo, por el que se adoptan determinadas medidas urgentes en el ámbito económico y para la protección de la salud pública, todas las IT ocasionadas por COVID-19 se encuadraban bajo la consideración de contingencia común, llegando a asimilarse como accidente de trabajo exclusivamente para la prestación económica derivada.
Más tarde, la Ley 13/2020, del 7 de abril de 2020, en su disposición final primera, modificó el artículo 5 del Real Decreto Ley 6/2020, incluye la posibilidad de calificar como Accidente de Trabajo cuando se pruebe el contagio de manera exclusiva en el seno del ámbito laboral en los términos que indica el artículo 56 del texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social. No siendo hasta la aprobación del Real Decreto-ley 3/2021, de 2 de febrero reconocida la infección por SARS-CoV-2 en profesionales sanitarios y socio-sanitarios como Enfermedad Profesional con ciertas limitaciones, aún suponiendo una mejora notable en cuanto a las consideraciones previas no cumple de manera idónea las expectativas al respecto.El hecho de que esta circunstancia se contemple concretamente como enfermedad profesional acarrea una serie de consecuencia y beneficios para el afectado, como es el caso de reconocer al cambio de puesto de trabajo, entre otras, sin cambios salariales cuando el afectado no pueda desempeñar su actividad laboral habitual como consecuencia de la enfermedad5,7,16-20.
Hasta el 26 de agosto de 2021 se han notificado 145.463 casos confirmados en personal sanitario, siendo este sector laboral uno de los más castigados durante la actual pandemia. El impacto de la infección entre la población de trabajadores del centro de referencia fue superior al 30% durante el intervalo de estudio. El alto contagio entre el personal sanitario podría justificar a partir de distintas circunstancias. Al inicio de la pandemia el escaso conocimiento de la enfermedad y su transmisión, representando los casos asintomáticos un pilar primordial en los contactos de riesgo en el ámbito laboral y comunitario, captados en gran parte de manera accidental a partir de los estudios de seroprevalencia en los que también se practicaba una RT-PCR. Los cambios en los protocolos ministeriales y la consideración de la carga viral mediante el valor umbral de ciclos (Ct) junto con las manifestaciones clínicas acompañantes han originado importantes cambios en la duración de IT. El posterior y excepcional escenario escasez de equipos de protección también pudo ocasionar un incremento en los contagios. La elevada transmisión comunitaria mantenida en el tiempo también podría haber contribuido notablemente.
A partir del último informe de la situación de COVID-19 relativo al periodo de estudio, en la mayoría de los casos (24.249) se desconoce el ámbito de exposición más probable, seguido del ámbito laboral (12.169) y del ámbito domiciliario (10.527). La vacunación frente al SARS-CoV-2, sin evitar completamente la transmisión del virus, si parece conllevar una menor probabilidad de adquirir la infección tras una exposición de riesgo, así como desarrollar una enfermedad grave, según lo observado en ciertos estudios. A pesar de que el colectivo sanitario es más susceptible a la infección por su elevada exposición, el curso clínico de la enfermedad en este grupo es relativamente benigno. Las cifras de hospitalización (10,7%), de ingreso en UCI (1,2%) y letalidad (0,1%) (382) corresponden a lo esperable para el conjunto de la población de la misma estructura de edad1-11,13-14,21.
Estas circunstancias dificultan el reconocimiento de dicha afección como Enfermedad Profesional entre el personal sanitario e incluso como Accidente de Trabajo, sumado a los estudios de secuenciación de PCR en aquellos brotes ocurridos en centro sanitarios, no llegando en algunos casos a establecer a priori relación microbiológica entre los profesionales sanitarios y los pacientes analizados, sospechando otros focos de infección, externos al ámbito laboral. Pudiendo sugerir en otros casos la posibilidad de la direccionalidad epidemiológica inversa entre los profesionales sanitarios y los pacientes, siendo los profesionales vectores, propagando la infección1-4,13-20.
Acorde a la tasa de infección observada en el ámbito sanitario, la emisión de bajas y altas, tanto por el SPS como por las Mutuas colaboradoras con la Seguridad Social, han representado una constante durante la actual pandemia, tanto por motivo de infección como por contacto estrecho con caso confirmado. Durante la actual pandemia han existido distintas olas que implicaron un aumento de casos muy exponencial, durante un intervalo concreto, seguidas de una bajada rápida de estos. Desde el inicio de la alerta por SARS-CoV-2 hasta el 30 de agosto de 2021 se han producido a nivel nacional 5 oleadas reconocidas. Aproximadamente el 76% del número de infecciones y por tanto de IT correspondientes, se agrupan durante la primera y segunda oleada1-4.
Tras consultar el Manual de Tiempos Óptimos de Incapacidad Temporal (4ª Edición) de la Seguridad Social, considerando el grupo de edad media de la muestra de referencia, la duración media de IT calculada para procesos del tipo “otras enfermedades virales no clasificadas bajo otro concepto” en trabajadores del sector sanitario, el tiempo estándar fue de 21 días. Después de ajustar por sexo, la duración media fue de 11,55 días en hombres y 13,23 días en mujeres, aproximándose obtenidos a partir del presente estudios durante la cuarta ola (12,11 días). Del mismo modo, no existen diferencias en la duración de la IT en trabajadores infectados por SARS-CoV-2 entre sexos en la muestra de referencia. Mujeres 48 días (IC 95% 42,9:53,1) con una mediana 20,1 días y hombres 47,5 días (IC 95% 37,9:57,1), con una mediana de 19,5 días, Log Rank Mantel-Cox X2 2,37 1 gl p,124. Estos resultados varían sustancialmente a los calculados para los trabajadores del sector sanitario en situación de IT por contingencias comunes, donde se advierte una mayor duración media de las IT en las mujeres22,23. Sin embargo, no se objetivan diferencias en la duración media IT en trabajadores sintomáticos al compararlo por sexo: mujeres 36,1 (IC 95% 28,3:43,9), hombres 33,4 (23,3:43,6 IC95%), con una p,161 y 1 gl.
Durante mucho tiempo se ha asociado el trabajo a turnos, especialmente el trabajo nocturno, con varias afecciones crónicas de salud, a pesar de que se desconoce exactamente el origen de estas asociaciones, justificando la realización de más investigaciones al respecto. La literatura científica existente invita a pensar que la alteración de los ritmos circadianos fisiológicos puede ocasionar efectos hormonales e inmunológicos haciendo de los trabajadores del turno de noche más susceptibles a estas patologías, planteando la posible relación entre el riesgo de infección por COVID-19 y la nocturnidad y turnicidad24. Algunos autores, tras realizar el ajuste estadístico oportuno, asocian el turno de noche en el personal sanitario con un mayor riesgo de infección por SARS-CoV-2 (OR = 3,049; IC 95%: 1,260-7,380 y por tanto, consecuente IT. Del mismo modo, se describe una alta proporción de trabajadores sanitarios infectados de COVID-19 pertenecientes al turno de noche (75,0% frente a 40,6%), presentando también un mayor grado de estrés (66,7% frente a 32,1%) en comparación con los trabajadores sanitarios no infectados. Otro análisis realizado en una cohorte de 501.000 participantes sanitarios y no sanitarios revela mediante regresión logística multivariante que el trabajo a turnos está asociado con un resultado positivo en las pruebas de COVID-19 en comparación con los participantes que no realizan trabajo a turnos. Esta relación persiste tras agregar al modelo la duración del sueño, el cronotipo, la enfermedad premórbida, el índice de masa corporal, el alcohol y el tabaquismo. La turnicidad laboral muestra una mayor probabilidad de COVID-19 comparable a los factores de riesgo conocidos para la infección por SARS-CoV-225-27. De igual manera, en el presente estudio si se perciben diferencias en la duración media de IT al considerar factores como nocturnidad, sexo mujer y presencia de síntomas [X2 8.03, 1gl, p,005]. Al comparar la duración media de IT por turnos si se encuentran diferencias entre el trabajo a turnos y el turno fijo OR 5,1 (IC 95% 2,83:9,22), el turno de día posee una duración media 39,6 días y noche 50,7 días (F 22,25 con un p,000). Por todo lo anterior se confirma que existe un mayor impacto [X2 5,1 1gl p,024] en el trabajo a turnos frente a los turnos fijos, así como aquellos que impliquen nocturnidad con respecto a los turnos diurnos. Los resultados obtenidos sugieren que en el caso del SARS-CoV-2 se mantienen las relaciones previamente expuestas.
Después del análisis agregado por categorías se advierten diferencias muy significativas entre el personal sanitario con una duración media de 51,2 días, el no sanitario 41,2 días, trabajadores en formación 25,9 días y Servicios contratados entre los que se incluye investigación, etc. de 17 días (X2 87,97, 3 gl, p,000). En definitiva, Enfermería y Personal administrativo presentan un índice mayor de IT, mientras que los médicos y personal en formación, docente e investigación tiene un índice de IT bajo, perfiles razonables en función de su entorno asistencial en diferentes escenarios de exposición al SARS-Cov-2. A partir de una revisión sistemática y un metaanálisis de prevalencia de COVID-19 en trabajadores sanitarios se demuestra que el afectado con mayor frecuencia fue el personal de enfermería (48%, IC del 95%: 41, 56). Esto se puede explicar por su mayor exposición ocupacional, implicando una atención más frecuente, próxima y continuada con aquellos pacientes COVID altamente dependientes(28).
CONCLUSIÓN
La presente pandemia ha originado una situación de emergencia sanitaria, planteando un escenario de sobrecarga asistencial, estando los profesionales sanitarios sometidos de forma constante a unas exigencias laborales inéditas. El sector sanitario representa el sector laboral más afectado con más de 119.794 IT por infección y 211.952 por contacto y posterior aislamiento. El impacto de la infección entre la población de trabajadores del centro de referencia fue superior al 30% durante el intervalo de estudio.
En el seno de esta situación, los SPRL han asumido un papel crucial en la colaboración en la gestión de IT apoyando a los médicos del SPS, así como a las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social, gestión de la vulnerabilidad y el riesgo en el ámbito sanitario, contribución y puesta en marcha de la estrategia de diagnóstico, vigilancia y control de la pandemia de COVID-19, entre otros.
El 13,6% de los trabajadores infectados tuvo más de un proceso de IT. El 76,5% de la muestra se concentró entre la primera y segunda oleada. La duración media de IT fue de 47,94 días IC 95% (43, 4:52,5). Se objetivó una tendencia decreciente significativa en la duración media de IT a lo largo del estudio, siendo su duración durante la cuarta oleada de 12,11 días IC 95% (15,8:18,3).
No se objetivan diferencias en la duración media IT en trabajadores sintomáticos al compararlo por sexo. Se perciben diferencias en la duración media de IT al considerar factores como nocturnidad, sexo femenino y presencia de síntomas.
Existe un mayor impacto en el trabajo a turnos con relación a los turnos fijos, así como en aquellos que impliquen nocturnidad con respecto a los turnos diurnos.
El índice de IT entre el personal de enfermería y administrativo es mayor, mientras que el personal médico y en formación, docente e investigador tiene un bajo índice de IT.
El número de IT entre el personal sanitario podría sugerir ciertas deficiencias respecto a los factores organizacionales y laborales. Estos datos pueden verse influenciados por la evolución de los científico-técnicos con relación a la infección por SARS-CoV-2, la adopción de medidas excepcionales relativas al desabastecimiento inicial de equipos de protección, la incidencia poblacional en cada fase, y la vacunación masiva entre otros.
La planificación de mejora en estrategias preventivas y de gestión, así como la creación de centros específicos para la asistencia de pacientes Covid-19 influirá de forma favorable en el manejo apropiado y control de estas situaciones de riesgo para los trabajadores de este sector, minimizando los riesgos específicos y el absentismo derivado de estas situaciones.
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